Citomegalovirus

La detección temprana y el tratamiento de este virus es de suma importancia para evitar el parto prematuro y que la infección contagie al feto.

Citomegalovirus durante el embarazo

¿Qué es el citomegalovirus?

El citomegalovirus (CMV) es una enfermedad provocada por un virus de ADN que pertenece a la familia de los herpesvirus. Se transmite por múltiples fluídos corporales (contacto persona a persona, sexo oral, vaginal o anal, transfusiones de sangre, compartir jeringas, embarazo, parto y lactancia). La enfermedad en general no causa síntomas, aunque pueden presentarlos aquellas personas que posean una disminución de sus defensas naturales (SIDA, pacientes con tratamientos corticoideos prolongados o alteraciones inmunológicas).

Se la considera como la infección viral congénita más común en los Estados Unidos, afectando a aproximadamente 40.000 niños por año. Cuando ocurre una primoinfección (infección que ocurre por primera vez) durante el embarazo hay mayores riesgos de infección en el feto y el recién nacido.

¿Cómo se puede contagiar el bebé?

Las vías de transmisión pueden ser:

Transplacentaria

Durante el embarazo.

En el nacimiento

Por la ingestión de secreciones infectadas.

Posnatal

A través de la lactancia o por contacto con otras secreciones.

¿Qué efectos produce sobre el bebé?

El citomegalovirus puede ser causa de parto prematuro y recién nacidos de bajo peso para su edad gestacional. En raras ocasiones también puede producir enfermedades serias, incapacidades permanentes o incluso la muerte.

¿Cuáles son los síntomas?

Las infecciones son generalmente asintomáticas, pero a veces puede provocar inflamación de ganglios, cansancio, fiebre, debilidad general, náuseas, diarrea o alteraciones de la visión. El mayor riesgo de transmisión fetal lo tienen aquellas embarazadas con serología negativa que desarrollan su primoinfección durante el embarazo.

La infección viral congénita se presenta aproximadamente entre el 0,5 al 2,5% de los recién nacidos. Es más alto el porcentaje cuando es consecuencia de una primoinfección, con transmisión de la enfermedad al bebé entre el 14 y 50%. Cuando resulta de una preinfección el bebé se encuentra protegido por los anticuerpos maternos, y hay un riesgo de sólo el 1% de enfermarse.

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¿Cuáles son los síntomas en el bebé?

En general la primoinfección es asintomática en el 90% de los casos. Sin embargo, del 5 al 15% de los casos puede aparecer hipoacusia, alteraciones motoras, retraso mental, corioretinitis con alteraciones en la visión y alteraciones dentales. Todos estos síntomas pueden presentarse después de años de nacido. En un 5% de los recién nacidos pueden aparecer síntomas de infección generalizada que comprenden hepatomegalia (hígado grande), esplenomegalia (bazo grande), microcefalia, ictericia y petequias (pequeños hematomas en la piel y las mucosas). No se produce la enfermedad en el caso de que la infección se contagie al bebé después del nacimiento.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se realiza mediante estudios en sangre. El más exacto es la detección del virus en orina o secreciones. También la detección de anticuerpos IgG e IgM son útiles en el diagnóstico de la enfermedad.

¿Cuál es el tratamiento?

Esta enfermedad no tiene cura aunque existen vacunas protectoras en fase experimental. Se pueden tratar con medicamentos antivirales a altas dosis.

¿Cómo puede prevenirse?

El uso de preservativos bajan las probabilidades de contagio durante las relaciones sexuales, pero los besos y otras formas de contacto íntimo también son contagiosas. Por lo cual, lo más recomendable son las relaciones estables.

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