Expectativa vs. realidad: La madre que quería ser y la que verdaderamente soy

Reflexiones de una madre que compara lo que pensaba que sería su vida con niños y cómo es en realidad: gratificante pero nada que ver a los estereotipos que se imaginan.

Expectativa vs. realidad: La madre que quería ser y la que verdaderamente soy

Siempre tuve una visión muy particular, casi idílica y bastante ingenua sobre lo que sería mi vida al tener hijos. Ahora me doy cuenta que al parecer vi mucho comercial de televisión al respecto. 

Como siempre fui organizada y me caracterizo por mantener el control en mis metas, tuve la idea que la maternidad sería un escalafón más u otro proyecto en mi agenda que cumpliría a la perfección en cada una de sus facetas.

Esa visión de mundo perfecto se debe a que al haber sido hija única, nunca tuve juguetes dañados por hermanos ni tuve que luchar por mi espacio en el mundo.

Tener hijos sería como lo soñaba aunque había quienes decían cómo podía ser tan inocente. Pues yo creo que no soy la única que pensaba así, porque la teoría nada tiene que ver con la práctica, ni siquiera el entrenamiento como tía de fin de semana te prepara para la vida real que es todos los días de la semana, 24 horas diarias.

Y aquí quiero compartir creencias entre el mundo de fantasía que era para mí la maternidad y la crianza en el mundo real.

1. Creía que mi amor y paciencia serían ilimitados

Y no, no lo es. Me aguanto muchas cosas y soy un volcán apagado, pero a veces me llevan al límite y entonces la tierra cruje, pero eso está bien para que sepan que sobrepasaron el límite.

Y si, muchas veces  pienso en largarme lejos y sola a una isla para siempre, pero bueno, sé que no lo haré, pero también les enseño a mis pequeños hasta dónde es suficiente.

2. Creía que tener hijos me haría sentir completa

Pero resulta que esa frase es un cliché, porque sí es cierto que ellos llenan mi vida, y si no hubiera tenido hijos hubiera estado siempre pensando cómo sería una vida con niños. Sin embargo, ellos no son toda mi vida, pues tengo mi vida como mujer que trabaja, que se dedica un tiempo cada vez que puede. Ellos me complementan sin duda, pero también tengo mi espacio de crecimiento personal permanente.

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3. Creía que no me iba a preocupar tanto

Me imaginaba siendo esa mamá relajada, no sería como aquellas  “doñas angustias”, pero la verdad es que apenas estas personitas llegaron a mi vida, siempre temo por ellos, y toda buena madre, sabe que es así.

4. Creía que iba a ser como Mary Poppins

Antes de tener chicos me imaginaba siendo tan didáctica y divertida, sería la madre ideal leyendo cuentos cada noche y aprovechando cada momento para educar: una lluvia, el museo, todo sería una escuela.

Pero bueno, la crianza de chicos a veces es como estar en el ejército, levantarse, cocinar, ordenar, hacer las compras,  mantener una casa, hacer la tarea, las meriendas, la cena… Así que a veces dejo que la televisión o el iPad sean la niñera que les arrulle, porque en realidad estoy agotada. Sé que no es lo ideal, pero a veces no puedo más.

5. La mamá futbolera

Para mí era cosa de películas… ¡pero de terror! Esa mamá que lleva a los niños al fútbol y todos los problemas que eso significa. Así que en mis planes de vida, la cosa no sería así.

Pueden ver mi calendario ahora en la heladera… Tenemos anotados cuando tenemos juegos y prácticas, y ¡cómo lo disfruto! Pero sobre todo, ahora que entiendo cómo es el futbol, ¡lo adoro!

6. Creía que la época de bebés era la mejor parte

Es cierto que no puedo negar que adoraba sus muecas, sus cachetitos para comérselos: toda la parte tierna de esa edad. Pero a medida que van creciendo mi amor también va evolucionando.

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Me alegra la independencia que tienen, me enorgullece que ahora duermen toda la noche y van al baño solitos, pero caigo en cuenta que van creciendo, entonces mis sentimientos son ambivalentes. Sin contar cómo me sorprenden con sus opiniones de las cosas y su visión acertada del mundo, desde su mirada aún infantil.

7. Creía que el amor entre hermanos evitaría las peleas

Como hija única no supe lo que era compartir y pelear con hermanos, así que pensé que no importa que mis niños peleen pues se tienen para toda la vida. ¡Pero vamos! Hay días en que me pregunto por qué no me quedé sólo con uno. Y a veces siento culpa…. ¿Quién no?.

Y todas estas son las diferencias entre la madre que quería ser y la que verdaderamente soy.

Una mamá más.

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