Criar no es criar hijos: es volver a nacer con ellos

Reflexión desde la filosofía para mamás, papás y cuidadores que sienten que algo cambió para siempre.



Nadie sale igual del primer llanto. Ni del primer pañal, ni del primer “mamá” o “papá” balbuceado. Algo nos quiebra por dentro, pero no se rompe: se abre. Criar no es solo un acto de dar, es también un volver a nacer. Porque cuando llega un hijo, no solo empieza su historia: empieza otra vez la nuestra.



La filosofía nos ha dicho desde siempre que el ser humano no está hecho, sino haciéndose. Y en la crianza, ese hacerse se vuelve urgente, caótico, real. Heráclito decía que nadie se baña dos veces en el mismo río: cada día con un bebé es un río nuevo. Cada cambio de humor, de rutina, de mirada, nos sacude de la costumbre y nos lanza al asombro.



¿Qué es lo que realmente estamos formando? ¿Un hijo o un lazo? ¿Una vida o un lenguaje común? Simone Weil decía que prestar verdadera atención a alguien es un acto de amor. Y la maternidad, la paternidad, es exactamente eso: una atención radical que nos transforma.



Hay noches que duelen. Hay días que nos superan. Pero en el fondo, esa desmesura también nos humaniza. Nos arranca del ego, del control, y nos lanza a una experiencia de entrega que pocas veces se nombra como se merece.



Tal vez criar sea también una forma de filosofía vivida. Una forma de volver a preguntarnos todo: ¿quién soy ahora? ¿qué sentido tiene lo que hago? ¿cómo amar sin anularme y sin desaparecer?

Y quizás la respuesta no sea una fórmula, sino un susurro: si parimos a un hijo, también nos estamos pariendo a nosotros mismos.


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Para todos los que están en este camino: no están solos. Están naciendo. Y eso, siempre, duele… pero también ilumina.



Con amor y pensamiento,


Babysitio.com


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