El sueño del niño

El sueño del niño

¿Cuántas horas debe dormir un niño?

El sueño es muy importante para los niños. Muchas veces suelen dormir mal y eso acarrea problemas de conducta y el humor de ellos. La cantidad de horas que debe dormir un niño está en función de su edad. Recién nacidos, los bebés suelen dormir entre dieciocho y veinte horas diarias con varias interrupciones en el sueño para alimentarse.

Esta cantidad de tiempo es necesaria para el desarrollo en esta primer etapa. Ya más grandes, con los primeros pasos, esta cantidad de horas se va reduciendo y son reemplazadas por actividades (en general lúdicas) necesarias para su formación. La cantidad mínima de horas recomendadas en niños es igual a las de un adulto, es decir, ocho horas diarias, llegando a un máximo de doce.

¿El sueño es acumulatorio en los niños?

Es importante destacar que los menores de un año duermen sumatoriamente. Esto significa que el niño va a distribuir su descanso en varias sesiones en una jornada cotidiana.

En los niños, el umbral de sueño es diferente al de los mayores. Por este motivo, es recomendable que duerman siesta hasta, al menos, los tres años. En este descanso, dormirán con la misma profundidad que si fuera de noche.

Pasada esta edad, algunos niños dejan de dormir siesta por su cuenta. Aquí depende de los padres que estimulen o no esta práctica según su propia conveniencia. Porque, en algunos niños, la siesta significa un sueño tan profundo y reparador que pueden llegar hasta la madrugada en estado de vigilia.

¿Por qué etapas atraviesa el sueño de un niño?

Podemos distinguir en el sueño de los seres humanos dos etapas:

Las del sueño no R.E.M.

Las características de este tipo de sueño es el adormecimiento cuando el niño pasa de la vigilia al sueño. Seguido a esto disminuye el ritmo cardíaco. En este estado es más difícil de despertar a la persona que está durmiendo por que suele ingresar al sueño profundo en donde las ondas cerebrales son amplias y lentas así como el ritmo respiratorio.

Las de sueño R.E.M

La traducción al español sería movimientos oculares rápidos (Rapid Eye Movements). Hace referencia a la etapa en que el sueño es más ligero y la actividad de las neuronas del cerebro se asemeja a la de cuando se está despierto. En esta fase es cuando suceden las ensoñaciones o las imágenes oníricas.

A lo largo de la noche estas dos etapas se van a ir alternando. Es decir, el niño va ingresar primero a un sueño profundo pero luego lo va a ir alternando con fases de sueño más liviano en donde se producirán sus ensoñaciones.

Durante una jornada de sueño, una ser humano puede atravesar por cuatro o cinco períodos de sueño R.E.M., siendo muy cortos al inicio del sueño y más largos al final.

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Los menores de un año suelen tener más etapas R.E.M. que un adulto. A medida que van creciendo, estas etapas se van a ir reduciendo y van a estar presentes en mayor cantidad en la segunda parte de la noche.

¿Cuándo debo enseñar a dormir a un niño?

Hasta los tres meses, el bebé solo controla la cantidad, frecuencia y períodos de descanso. En general, suelen repetir las conductas de cuando estaban dentro de la panza. Es decir, si un bebé en la gestación estaba más activo a la madrugada, es probable que se comporte igual los primeros meses.

A medida que pasan los meses, el bebé empieza a dormir menor cantidad de horas, este es el momento de comenzar a implementar alguna rutina que cimiente el hábito de descansar.

No es prudente obligarlo a dormir, sino implementar conductas que reconozca como la que inducen al sueño. En los lactantes, al no diferenciar entre el día y la noche, el sueño está asociado a algún hecho cotidiano. Si, por ejemplo, cotidianamente hacemos que se alimente, luego lo bañamos y por último lo llevamos a su cuna a dormir, él solo va asociar, con el tiempo, que esa es la hora de dormir. Esto suele dar resultado hasta el año de vida.

Cuando crecen, se vuelve más complejo instalar una rutina de sueño en los niños, pero si ya adquirió una rutina de sueño, las posibilidades que incorpore conductas similares a la hora de dormir son mayores.

¿Cómo enseñar a dormir a un niño?

Después del año de vida, es importante continuar con las rutinas habituales a la hora de dormir, poner algunos límites cuando él quiera romper el hábito y enseñarle a conciliar el sueño.

Si en el afán por que se duerma, un mayor lo levanta de su cuna, lo hamaca, lo alimenta o lo lleva a su habitación, cuando querramos volverlo a su lugar, es posible que el niño se despierte y pida volver al último lugar que recuerda antes de dormirse.

Es prudente que siempre duerma en su habitación y enseñarles a cerrar sus ojos y prepararse para dormir. No está de más pasar un tiempo con ellos y contarles un cuento o conversarles a semiluz para ir llevándolos hacia el descanso.

¿Qué pasa si el niño llora?

Hay muchas corrientes con respecto a qué hacer en estos casos. Algunos profesionales recomiendan dejarlo llorar. Asumen que cada vez el niño llorará menos cada vez hasta que deje de hacerlo por que internalizan que no habrá respuesta a su reclamo.

Otras corrientes aseguran que lo mejor el llevar al niño a su cama, decirles que van a ir a dormir, avisarles que van a pasar unos minutos con ellos y pasado este tiempo dejarlos solos. Si el niño llora, recomiendan no acudir inmediatamente, sino esperar unos minutos.

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Conversar con el niño unos momentos y volver a dejarlo. Si el niño vuelve a llamar, esperar más tiempo aún que la vez anterior. De esta manera, se busca extender el tiempo de acudir hasta que en algún momento el niño se duerme en su cama y solo.

¿Es bueno que duerma a oscuras?

En lo primeros meses es recomendable que duerma a oscuras en el ambiente más natural posible. Con la llegada de las primeras pesadillas o terrores nocturnos (esto es a partir de los 2 años) uno puede hacer ciertas concesiones. Pero si se trata de un niño que tiene problemas para conciliar el sueño, seguramente estos permisos terminen siendo una maniobra dilatoria para dormirse.

¿Qué diferencia existe entre pesadillas y el terror nocturno?

Podemos mencionar algunas alteraciones del sueño que tienen lugar en las diferentes fases dormir. Uno de estos trastornos es el terror nocturno que comienza a una edad de 3 o 4 años y se hace presente en la fase no R.E.M. de sueño.

Este trastorno se suele dar en la primera mitad de la noche, está acompañado por una ausencia de realidad y es cuando el niño no recuerda nada. Es común que se traslade o tenga sonambulismo o grite. A pesar de tener los ojos abiertos, está dormido. En estos casos, no es necesario despertarlo, bastará con acompañarlo a su cama y esperar a que vuelva a serenarse.

Por otro lado, las pesadillas tienen lugar en la fase R.E.M. del sueño y se suele dar en la segunda mitad de la noche. Estos episodios son recordados por el niño y si justo se despierta en ese momento nos relatará qué era lo que estaba soñando. Es estos casos, es aconsejable despertarlo y traerlo a la realidad para que abandone ese mal sueño. En ambos casos, hay poco que pueda hacer un mayor para que esto no suceda.

Hay que recordar que estos episodios (fundamentalmente los terrores nocturnos) van a ir desapareciendo con el correr del tiempo. Una de la maneras de contribuir es ir ?apagando? el día. Luego de comer o cuando empieza a oscurecer, antes de dormir, iniciar tareas que contribuyan a tranquilizarlo y no todo lo contrario. De esta manera, llevarlo a dormir será un poco más fácil.

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