Un mes sin poder abrazar a su hija. Tan solo la podía ver a través del cristal de la incubadora. Así han sido los últimos 30 días de la vida de Claire Cressey, madre de Emily Coultas.
Este bebé de Edimburgo, Reino Unido, llegó al mundo de manera prematura, en la 24 semanas de embarazo, y pesando tan sólo 534 gramos, un peso que complicaba su estado de salud y por el que no podía tener contacto con sus familiares.
Ahora, Emily ha cumplido su primer mes de vida y ha ganado 200 gramos de peso, evoluciona favorablemente y ya puede sentir el calor de su madre.
Una historia con un final muy feliz, donde la espera, como narra Claire, “ha merecido la pena”.
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