El alcalde de la pequeña localidad de Alcoutim, en el Sur de Portugal, ofrece a los padres jóvenes un “cheque-bebé” de 5.000 euros que se descuentan en las facturas. El objetivo de esta iniciativa es aumentar la tasa de natalidad, en un país con la tasa de fecundidad más bajas de la Unión Europea: de 1,21 hijos por mujer.
En una curva del río Guadiana que traza la frontera entre el Algarve portugués y la Andalucía española, el pueblo de 3.000 habitantes está prácticamente desierto, abatido por un sol calcinante. Dentro de la única farmacia del pueblo, Nuno Silva y Daniela están haciendo compras para Santiago, su hijo de seis meses.
Un crema oftalmológica, un móvil musical para bebés y un corralito: un total de 228 euros, que con el apoyo del ayuntamiento, son reembolsados en su cuenta bancaria. “Estas son las cosas que cuestan caro”, dice la madre de 29 años, desempleada. “Vivimos con mis suegros con tan sólo 800 euros al mes. La asistencia de la gobernación es muy importante para nosotros”, agregó Nuno de 37 años, empleado de un hogar para personas jubiladas por incapacidad.
Nos parece una medida realmente buena y efectiva, y la ayuda no es una limosna como en algunos países. Ojalá este tipo de inicitativa y de ayuda eficiente por parte del Estado se extendiera a todos los países del mundo…
