La edad en la que el bebé es sensible a las expresiones emocionales negativas

La influencia emocional negativa comienza a repercutir en el bebé desde los seis primeros meses de vida.

La edad en la que el bebé es sensible a las expresiones emocionales negativas

El desarrollo del bebé ante las expresiones emocionales negativas

Una investigación que fue realizada durante diez años en la Universidad de Tampere en Finlandia, estudió la reacción instintiva de los bebés a partir de los 6 meses de edad ante fotografías de rostros alegres, con miedo y enojados.

De esta manera se evaluó la reacción emocional que cada bebé tenía frente a estos estímulos y se demostró que a esta edad se producen cambios muy importantes en el desarrollo en relación a las expresiones emocionales que el bebé observa.

Aquellos bebés de menos de 5 meses no podían diferenciar entre una cara feliz o una cara enojada o de miedo. No existía ninguna clase de diferencia entre la capacidad de atención entre una y otra. Por el contrario, a partir de los 6 meses de edad, al ver una cara de miedo o de enojo, los bebés le prestaron mayor atención a ese rostro que a al de una cara feliz. ¿Pero por qué sucedió esto?

El resultado obtenido de las investigaciones sobre el desarrollo emocional del bebé

El resultado obtenido es que los bebés prestaron mayor atención a aquellas imágenes que expresaban estímulos emocionales negativos. Sin embargo se observaron algunas diferencias entre los grupos en los que se dividieron a los niños.

En el primer grupo los bebés le prestaban atención a los estímulos negativos de forma inmediata pero sin embargo, pronto desviaban su atención en otra dirección. La característica de este grupo era que los niños provenían de una familia cuyo vínculo afectivo era más fuerte que en la de los demás. Eran familias con una relación de pareja estable y de mucha interacción con los pequeños.

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En cambio en el segundo grupo los bebés le prestaban atención a los estímulos negativos y les resultaba más difícil dejar de observarlos. Estos niños tenían la característica de provenir de familias desestructuradas.

Por último, en el tercer grupo los bebés no podían apartarse ni dejar de prestar atención a los estímulos negativos y es porque eran niños que provenían de hogares que les inspiraban poca confianza, falta de límites y sin normas establecidas.

El estudio demostró de esta forma que aquellos bebés que crecen en una familia unida y estructurada reaccionan ante los vínculos negativos apartándose con una habilidad sorprendente. Por otro lado se demostró que aquellos bebés que provenían de familias conflictivas no saben manejar sus emociones ya que no pudieron deshacerse de los estímulos negativos con la habilidad que lo hicieron los niños del primer grupo.

Una familia estable, un bebé feliz

Este nuevo estudio va más allá de la teoría del apego entre el vínculo que tiene la madre con su hijo y demuestra que al bebé no le influye sólo la relación con su mamá sino con toda su familia. Es decir, la relación que también tiene el padre con él y la relación entre la pareja en su conjunto.

Queda demostrado nuevamente que todos los problemas familiares repercuten en el futuro emocional del niño y en el autogobierno de sus emociones que determinaran problemas de autoestima, ansiedad y de relación entre sus pares.

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