El juego, el movimiento y el aprendizaje

El juego, el movimiento y el aprendizaje

De 3 a 6 meses

A partir de los 3 meses, cuando el bebé ya comió y durmió y está relajado, podemos recostarlo boca arriba sobre una mantita en el piso. La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda que los bebés duerman boca arriba para prevenir la muerta súbita y también es importante porque tienen el mundo frente a sus ojos. Esta postura permite que el bebé desde muy temprana edad, ejercite los músculos y articulaciones de ambos lados, de manera armónica, sin tensión y posibilitándole el uso de las manos para la manipulación desde muy pequeñito. Por ej.: Tomar, atraer a su boca, chupar, agarrar con ambas manos, agitar elementos livianos y de tamaño apropiado, por ejemplo pañuelos, que de caérsele encima no lo cubran y se asuste.

Desde aquí estamos favoreciendo a que comience a realizar acciones que más tarde se irán repitiendo intencionalmente hasta convertirse en la base de los primeros juegos. Estos momentos de juego son privilegiados, son lo mismo que para un investigador la técnica que desarrolla en su laboratorio. Es por ello que debemos ser prudentes y no interrumpir abruptamente estas actividades.

El niño en el juego elabora, deduce, investiga, compara, elige, prueba, se equivoca, vuelve a comenzar y en ello está el placer de lograr su cometido al mismo tiempo que puede canalizar la descarga de tensión y el exceso de vitalidad.

Si los objetos y juguetes que le hemos dado han estado próximos a él, ha podido elegir de entre ellos los que más se ajustaban a sus intereses y esto es realmente importante en su desarrollo.

De 6 a 12 meses

Después de mucha ejercitación, aproximadamente a los 6 ó 7 meses, algunos antes y otros un poco después (esto no es lo importante sino la calidad de cómo lo logra), podrá girar y pasar a estar boca abajo. Continúa agudizando las formas de exploración e investigación conocidas y prueba nuevas, golpea los objetos unos contra otros o contra el piso.

Luego comienza a desplazarse, reptando, girando, rolando o gateando, por el espacio que le hayamos preparado, el de su cuarto, por ejemplo, o bien el de la sala del jardín maternal. Ahora sí podemos ofrecerle elementos que rueden y que se desplacen, porque él podrá ir en su búsqueda y no dependerá de los adultos para recuperarlos.

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Es importante responder “¡acá está!,”en el juego del cucú, porque el bebé en esta etapa está reafirmando que él existe y necesita que le respondamos su juego. También tiran objetos y esperan o piden que se los devolvamos y es importante que así lo hagamos.

Es oportuno siempre ofrecerles objetos y juguetes de líneas simples, colores, texturas y tamaños variados y en cantidad suficiente para poder operar mentalmente con ellos. Ofrecerle elementos con los cuales él solo pueda luego construir o armar el juego o juguete. Es como acercarle un trozo de madera al artesano y que él comience a trabajar hasta darle la forma y la utilidad que quiere o necesita.

De 12 a 24 meses

A medida que el bebé avanza en el desarrollo postural se abren más posibilidades de conocer y nuevas formas de jugar. Cuando logra estar de pie, alrededor de los 14 meses, más o menos, construye torres y las derriba, primero de pocos elementos y luego va sumando. Aparece la necesidad de arrastrar, llevar y traer, trasladar, así como él lo hace con su propio cuerpo.

En esta etapa es muy común ver que los niños juegan más con la caja del regalo que con el regalo mismo y es porque está relacionado con sus vivencias biológicas, está realizando con los objetos lo que le pasa con su cuerpo, siente que se llena y se vacía, está reafirmando su sensación de un todo, de un cuerpo.

Mete juguetes y objetos unos dentro de otros o partes de su cuerpo dentro de ellos y prueba a colocar uno o más objetos dentro.

De 2 a 4 años

Alrededor de los 2 años comienzan los juegos simbólicos, el jugar al “como si…”, donde en las niñas predominan los juegos de envolturas, de disfraces y en los niños los de héroes y bandidos, con sus respectivos accesorios.

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De 4 a 6 años

Alrededor de los 4 ó 5 años el juego está en su máxima expresión. Desarrolla secuencias cada vez más largas de jugar al “como si…”, donde vuelca vivencias, miedos, aprendizajes, prueba y se equivoca sin culpabilidad, disfruta de estos momentos totalmente compenetrado y si el adulto interviene sin que el niño lo requiera, el juego termina al verse descubierto, perdiendo la concentración y la función en sí misma de ser, el juego, un regulador de la adaptación a la realidad.

De más de 6 años

A partir de los 6 ó 7 años aproximadamente, el niño incursiona en los juegos reglados donde asume las reglas del mundo adulto de manera lúdica, podrá equivocarse y volverlo a intentar e ir adaptándose a las normas.

Es muy importante la seguridad, la organización y el orden de los espacios y las rutinas, junto con la anticipación y previsibilidad que le proveerá un adulto atento, confiable y seguro para el niño, que le brinde afecto con empatía, respondiendo adecuadamente a las demandas, biológicas, afectivas y de sostén.

Durante el juego el niño, libremente internaliza y se adapta al entorno en el cual vive. Nos permite ver, si observamos sus acciones, como evoluciona en su desarrollo, por la complejidad progresiva que irá adquiriendo su juego.

Prof. Alejandra De Renzis Peña
Espec. en Atención Temprana del Desarrollo Infantil

Mail: alejandraderenzis@gmail.com
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Twitter: @DerenzisAle

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