“Hagan esta prueba”: Madre recomienda sacarle fotos a los ojos de sus hijos ya que podrían tener cáncer

Aunque su historia no terminó del todo bien, la mujer quiere concientizar a otras mamás para que detecten tempranamente este tipo de tumores oculares.

"Hagan esta prueba": Madre recomienda sacarle fotos a los ojos de sus hijos ya que podrían tener cáncer

Esta mujer australiana creía que su hijo no tenía un ojo enfermo, pero la realidad acabó siendo otra y cobrándose una gran factura. Hoy conoceremos por qué hasta la más mínima alteración en nuestros hijos es un riesgo potencial. 

La actitud que los padres adoptan ante el estado de salud de sus hijos suelen variar mucho. Algunos se preocupan ante los más mínimos signos de enfermedad, mientras que otros se lo toman más a la ligera y esperan a que existan síntomas más graves para actuar. Sin embargo, esta última actitud es realmente peligrosa y la siguiente historia es una muestra de ello.

Los grandes daños pueden tener inicios pequeños

Rocky es un niño que actualmente tiene 2 años y es nativo de Newcastle, Nueva Gales del Sur, Australia. 

Cuando tenía tan solo 4 meses, su madre, Kara, notó que algo extraño estaba sucediendo en su ojo izquierdo, ya que el mismo cada vez podía verse más decaído y, ocasionalmente, podía ver un reflejo similar al de los ojos de gato que se hacía evidente cuando se le sacaba una fotografía con flash.

“Noté como un reflejo en su ojo izquierdo, era como un ojo de gato, como un destello desde el fondo del ojo” comentó la mamá cuando comparó las fotos que le había sacado con y sin flash.

En un principio la madre no se sintió realmente alarmada por la condición de su pequeño, pero los meses fueron pasando, y las manifestaciones se hicieron cada vez más acentuadas, hasta el punto en que las mismas eran extremadamente notorias. Fue entonces, casi 2 meses después de que aparecieran dichas manifestaciones, y Kara pensó que ya era necesario visitar al pediatra.

El inicio de las preocupaciones

Cuando fueron al médico, este notó que, evidentemente, había algo extraño en su ojo izquierdo. No obstante, debido a que tal alteración no estaba asociada con su especialidad, decidió referir al niño a un oftalmólogo.

Ese mismo día, Kara decidió llamar a dicho profesional, y cuando le preguntaron sobre el caso, ella se lo explicó como si no se tratara de algo grave, por lo que lo vieron como un caso de poca urgencia. Por esto, le dieron una cita para un mes después. La madre aceptó y esperó el turno.

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Luego de dicho mes, el día de la visita al oftalmólogo finalmente había llegado. Fue entonces que la madre descubrió la verdadera gravedad del caso, cuando el niño se encontraba con ella en la sala de espera y una enfermera se acercó para realizar una prueba rápida. Dicha prueba consistía en dirigir la luz de una linterna a sus ojos, para evaluar los reflejos pupilares. Todo salió bien con el ojo derecho, sin embargo, cuando el izquierdo fue evaluado, el pequeño refirió que no podía ver nada.

Al escuchar esto, tanto la madre como la enfermera se alarmaron, y llevaron a Rocky con el doctor inmediatamente. Este realizó varias pruebas especiales y, luego de un par de horas, descubrió una preocupante realidad. El niño tenía un tumor en su retina, un hecho bastante doloroso para la madre.

La peor pesadilla de una madre

El oftalmólogo no pudo determinar si dicho tumor era benigno o maligno, por lo que refirió al niño a un hospital especializado en la materia, el Westmead Children’s Hospital.

Durante la mañana del día siguiente, Kara y Rocky llegaron hasta este lugar, en donde, mediante muchas otras pruebas (bastante más complejas que las habían sido realizadas con el oftalmólogo), se descubrió que el tumor del niño era maligno, y se trataba de un retinoblastoma.

En el consultorio le explicaron a la madre que los retinoblastomas son tumores causados por alteraciones genéticas en las células sensitivas de la retina (provocando perdida de la visión). Además, su presencia representaba un potencial peligro de muerte, ya que el tumor podía extenderse hasta el nervio óptico y así llegar al cerebro, formando un tumor trilateral, que suele ser fatal.

Afortunadamente para Rocky y su madre, el retinoblastoma no había ido más allá del ojo, por lo que los doctores aún estaban a tiempo de tratar dicho tumor. Los tratamientos comenzaron con quimioterapias (de las cuales, las ultimas fueron inyectadas directamente en el ojo afectado), y luego fueron agregadas crioterapias. Sin embargo, luego de poco más de un año, y ante los escasos resultados, los profesionales de la salud llegaron a la conclusión de que ninguno de estos tratamientos tendría éxito, y que la única solución sería extirpar el ojo.

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Un sacrificio necesario

Cuando Kara se enteró de que su pequeño hijo perdería el ojo, se sintió devastada, pero terminó aceptándolo, ya que de lo contrario este acabaría muriendo.

Fue entonces que la cirugía se llevó a cabo, y el ojo de Rocky fue extirpado junto con su retinoblastoma. Para prevenir la propagación de células cancerígenas que hubiesen escapado de la cirugía, los doctores decidieron realizar 6 sesiones de quimioterapia adicionales.

Debido a la llegada del COVID-19, dichas sesiones de quimioterapia no pudieron ser terminadas, pero actualmente la madre cree que es mejor así, ya que de esta forma, el sistema inmune del pequeño Rocky tendrá tiempo de recuperarse para las siguientes sesiones.

El consejo de una madre con experiencia

Hoy en día, Kara ha contado a través de diversas entrevistas que su pequeño hijo se encuentra en un excelente estado, con muy buenos ánimos y con la energía que caracteriza a un niño saludable. 

Debido a la experiencia tan desagradable que ha experimentado, la madre australiana ha pedido a todos los padres a los que llegue su historia que estén más atentos a cualquier alteración que vean en sus hijos. Kara indica que, en lo que a salud se refiere, por más mínimo que parezca un detalle, puede ser el inicio de algo grande.

Así mismo, esta madre también ha indicado que existen muchos métodos para detectar a los retinoblastomas y a otras enfermedades oculares desde etapas tempranas, tales como fijarse en la simetría de los diámetros pupilares, la alineación ocular, la presencia de colores extraños en el iris o disminución de la visión.

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